sábado, 18 de julio de 2009

La garantía de la paz perpetua, según Kant

“La garantía de la paz perpetua se encuentra precisamente en el grandioso artista: la Naturaleza”…“que desea a toda costa que el derecho conserve por fin su supremacía. Lo que el hombre no haga en este punto, lo hará ella, pero a coste de grandes sufrimientos y sacrificios”.

Viene a decir con esto Kant que no es la voluntad del hombre la garantía de la paz sino la Providencia que tiene todo previsto para que el hombre, en la búsqueda de sus fines individuales -sin él siquiera comprenderlo-, se vea abocado a la paz.

Lo explica así: “Llamaremos a quienes componen esas fuerzas (de curso mecánico que se dan en la Naturaleza), en ocasiones el ‘azar’ si creemos que es el resultado de causas cuyas leyes de acción desconocemos, en otras ocasiones le diremos ‘providencia’ al advertir la finalidad de que hace gala en el curso del mundo, como honda sabiduría de una causa suprema”. “El uso del término naturaleza, según el sentido que le damos aquí, teórico y no religioso, es más propio de la limitación de la razón humana, que ha de mantenerse dentro de los límites de la experiencia posible, en lo referido a relación de causas y efectos”. “¿Acaso nosotros podríamos conocer, sondear y acercarnos orgullosamente en vuelo rápido al misterio de sus propósitos impenetrables?”.

Kant limita injustamente la capacidad de nuestro entendimiento y de la razón en lo que refiere a juzgar o comprender una relación puramente humana como es la guerra –aunque no sepamos adonde va el mundo y de donde viene. Al respecto de nuestra convivencia lo sabemos todo sin duda alguna. Acaso no sepamos las leyes definitivas de la naturaleza del universo pero el sentido de nuestras relaciones se conoce en la intencionalidad o finalidad presente tanto en las acciones como en los objetos, lo que se hace patente en su uso (en este caso el arma como lo más determinante).

Ese mismo hecho de que Kant manifieste su ignorancia, que le deja en el espacio infinito de la especulación sin determinación alguna, es el mismo que le permite generar una garantía de la paz perpetua en la naturaleza. Así como Cervantes dice que "el fin de la guerra es la paz", y bromea para que nuestra discreción, nuestra inteligencia reflexione sobre ello y solo pueda concluir en que cualquier juego de palabras, ideología, vale para justificar cualquier cosa, y que las palabras no tienen que ver con la realidad, Kant se permite argumentar, apelando a la providencia, con el fin de poner una esperanza a su deseo.

En efecto, todos los ejemplos que expone Kant a continuación para demostrar la “providencia” son fácilmente refutables.

Enumera Kant, entre otros casos, los siguientes:

1º.

"Es la guerra la que ha obligado a los hombres a extenderse por todo el planeta". Ya decía Heráclito que la guerra era la madre de todas las cosas, cuanto menos de esta tan simple.

"El espíritu guerrero fue apreciado en los caballeros andantes como valor en si mismo". Los verdaderos caballeros andantes, a diferencia de los de pacotilla, encuentran la dignidad de la guerra en tener un criterio de justicia humano, distinto al del estado, pero nunca propiamente en el espíritu guerrero, véase el caso de los mohistas que predicaban el amor universal y estaban a favor del desarme. Y en ese sentido, para mi, los caballeros andantes de hoy son las ONGs.

Y finaliza este apartado señalando que, "la guerra es realmente la que lleva a la paz al dar lugar al derecho público republicano, utilizando más eficazmente las fuerzas contrapuestas en él para dar mayor poder al estado". En efecto, ya había hecho notar Rousseau que el sistema democrático (el republicano como lo llama Kant, aunque haya rey) es más potente –mortífero- que los otros, como demostraron Grecia y Roma en su día y más recientemente han hecho los imperios francés, inglés y estadounidense. Cuando Napoleón puso de rodillas a los ejércitos de los estados absolutistas europeos, estaba certificando y poniendo sello a la teoría y predicción de Rousseau, algo que con las mismas palabras ya había hecho notar Heródoto sobre los griegos y su superioridad frente a los persas; esto es, que un estado que consiente mayores libertades y propiedad privada se hace más fuerte en tanto que potencia sus recursos. En efecto, la democracia (república según Kant) involucra a sus ciudadanos en los objetivos del Estado, les fuerza a que los hagan propios, lo que, por tanto, no quiere decir, ni mucho menos, que sean mejores con respecto a los otros seres humanos o en relación a la paz, que es de lo que hablamos aquí.

“Aun cuando un pueblo no quisiera reducirse al imperio de leyes públicas, para evitar las discordias interiores tendría que hacerlo, porque la guerra exterior le obligaría a ello.” Parte aquí Kant de la premisa de Rousseau, de que “La société naissante donna lieu au plus affreux état de guerre”. La sociedad naciente da lugar al más horrible estado de guerra.[1]
“Todo pueblo, en efecto, según la disposición general ordenada por la Naturaleza, tiene pueblos vecinos que le acosan, y para defenderse de ellos ha de organizarse como potencia, es decir, ha de convertirse interiormente en un Estado”. Es ahora Kant el que nos está diciendo que un Estado es básicamente una unidad armada, esto es, un arma. Ha identificado su ser, su uso. Sin embargo, no abunda ni profundiza en su descubriento -tampoco le estaba permitido hacerlo.


2.

La providencia lleva a la paz en tanto que ha dado lugar al derecho de gentes. “La idea del derecho de gentes presupone la separación en muchísimos estados vecinos independientes unos de otros. Esta situación es bélica en si misma a menos que exista entre naciones una unión federativa que impida el inicio de las hostilidades. Pero esta división en estados independientes está más de acuerdo con la idea de la razón, que la anexión de todos por una potencia triunfante, que se transforme en una monarquía universal. En efecto, las leyes pierden eficacia cuando el gobierno se extiende a territorios más amplios y nace un despotismo sin alma que primero termina con los gérmenes del bien y finalmente llega la anarquía”. Kant, sin duda, tiene en mente el caso chino, sobre el que ya he comentado antes –pues ya vemos que se interesa mucho por las costumbres de los pueblos, a los que viste con su peluca.

“De todos modos, el deseo del Estado (o de su príncipe) es lograr la paz perpetua por medio de la conquista de todo el mundo. Sin embargo, la Naturaleza quiere algo diferente. Se sirve de dos medios para impedir la confusión de los pueblos y conservarlos separados: la diferencia de idioma y de religiones. Estas diferencias siempre contienen en su seno un germen de odio y un pretexto de guerras, pero con el aumento de la cultura y el aumento progresivo de los hombres vinculados por principios comunes lleva a intelectos de paz, que no se basan y aseguran como hace el despotismo, en la necrópolis de la libertad y el aniquilamiento de las fuerzas, sino en un equilibrio de energías activas, luchando en competencia.”

Kant, aprecia que las diferencias “de idiomas y religiones” llevan a “intelectos de paz”, algo auténticamente sorprendente, pues la religión se basa en la creencia irracional y los diferentes idiomas no son sino una traba para el entendimiento.

Pero vamos, en el mismo sentido, se puede agregar que la guerra entre estados, como la que se da permanentemente entre los europeos o entre los griegos de las polis o en los estados anteriores a la unificación en China, hace que efectivamente los estados puedan ejercer menos control totalitario sobre el individuo y en esas condiciones se puedan dar escuelas de pensamiento y propuestas de paz reflexivas, como así acontece en China hasta antes de la unificación o en la Grecia Clásica de las Polis o en la Europa Moderna, cosa que no se puede dar sin ese ‘descontrol’ del estado, ya que en caso de controlar todo acaba con toda esperanza de paz (perpetua) en este mundo como hace el despotismo. Ejemplos de ello son la estricta disciplina doctrinal Católica en el Imperio español, la doctrina Confucionista en el Imperio Chino, etc. casos en los que no ha lugar la discusión ni la razón.

3.

Y la providencia lleva a la paz en tanto que lo mismo que separa a los estados, por el beneficio recíproco, los acerca y une también crea el concepto de derecho universal de ciudadanía. “Tarde o temprano se apodera de los pueblos el espíritu comercial, incompatible con la guerra.”

Política ésta que sigue el estado chino; su política explícita es poner en suspenso los conflictos –todos ellos siempre relativos a soberanía (la soberanía es la causa de la guerra, dice Rousseau)- para concentrarse en la cooperación, en la explotación conjunta y el intercambio económico a la búsqueda de un beneficio mutuo, que si bien es, en efecto, “incompatible” con la guerra caliente, no lo es en relación a la guerra absoluta y a la carrera armamentística. Con esa estrategia se le supone a China imparable hacia la hegemonía mundial, por lo que no es extraño que la promocione.

[1] En cuanto unos hombres se unieron en sociedad, condenaron
a los demás a hacer lo mismo. «De la prendere société jormée s'ensuit
la formation de toutes les autres. II faut en faire partie ou s'unir pour lui
resister. 11 faut l'imiter ou se laisser engloutir par elle» (2). Ya lo había
dicho en el Discours sur l'inégalité: «On voit aisément comment iétablissement d'une seule société rendit indispensable celui de toutes les autres, et comment, pour faire tete á des forces unies, il fallut s'unir á son tour.»

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