domingo, 5 de julio de 2009

De como las Bases Previas niegan la posibilidad de las Bases Definitivas de la Paz Perpetua

El proyecto de Paz Perpetua de Kant.

El proyecto de Kant comienza señalando en un breve párrafo considerado satírico a la paz perpetua de los cementerios, con lo que nos indica que él no espera verla.

Y, por tanto, que no sabe como pueda ser entre los vivos, es decir, nos expone así de entrada su ignorancia. A Kant le preocupan las condiciones de posibilidad de lo real.

Después distingue el pensamiento especulativo del filósofo frente al proceder práctico del político, porque, en efecto, Kant entiende que su discurso no está en directa incidencia con la realidad.

Y comienza su tratado con las

Bases previas para la paz perpetua entre los estados.

La primera base previa dice así: “No debe considerarse válido un tratado de paz al que se haya arribado con reservas mentales sobre algunos objetivos capaces de causar la guerra en el futuro”.

“Un tratado semejante solo sería un armisticio (Waffenstillstand), una tregua entre dos hostilidades y nunca una verdadera paz. Ésta significaría el fin de toda hostilidad; sumarle el adjetivo perpetua sería ya una redundancia sospechosa.” Redoblemos nuestras sospechas ya que Kant mismo utiliza tal adjetivo para título de su Tratado, y lo ha encontrado en un cementerio.

Por lo tanto, ningún tratado entre estados es, ni ha sido, ni será válido jamás. Puesto que ningún tratado de paz de la historia ha llevado al desarme, ninguno ha sido más que un armisticio. Y, como está dicho hasta la saciedad, disculpe el lector, el estado es la unidad armada, el arma. Aquí podríamos dejar de leer. Eso nos dice Kant claramente.

Nos encontramos en la misma entrada del Tratado con la conocida definición de Rousseau, o de Platón en las Leyes, del “estado de guerra” o, según otros autores, la circunstancia invariable del hombre como “guerra absoluta”, que también se expresa como “estado natural o de naturaleza”.
Desde esta percepción resulta más verdadera que la de Clausewitz la expresión de Foucault de que “la política es la guerra continuada por otros medios”. Y al igual que el objetivo positivo de la guerra (en el acto de la destrucción) es “desarmar” al enemigo, el objetivo de la guerra absoluta es también desarmar al enemigo al tiempo que armarnos nosotros mismos. Así que esos son los objetivos políticos que señalaba más arriba Rousseau que subordinaban a todos los demás –e impedían la paz.

De este modo, la expresión más acertada de esa realidad humana primordial está puesta en sus justos términos por Cervantes, del cual, como siempre, se podrá dudar si lo escribió con inteligencia o sonó la flauta por casualidad, éste enuncia que “es lo mesmo las armas que la guerra”. Ésta es la expresión más certera en tanto que la autoconciencia del hombre percibe que las armas están actúando siempre ya desde su potencia y, por lo tanto, siempre en acto; “el arma alarma” sería la expresión de esa realidad. Un cuchillo de cocina no es un arma por que lo podemos dejar en el cajón sin mayor preocupación, pero el arma nos mantiene pendientes todo el tiempo. E igualmente, el arma, el estado, a diferencia del cuchillo, por necesidad tiene una razón de ser, esto es, un “enemigo” que ha de ser creado incluso si no existiera para dar sentido a su ineludible disposición armada, necesitada de uno o diversos objetivos, tal como explica Carl Schmitt.

En la segunda base previa Kant hace equivaler el estado al hombre; así dice: “Ningún estado independiente, sea cual sea su tamaño, puede pasar a formar parte de otro Estado por medio de trueque, compra, donación o herencia”.

Lo que justifica diciendo que “el estado es una sociedad de hombres y solo esta sociedad puede mandar y disponer sobre si misma”, pues “sería como anular su vida de persona ética y hacer de la persona una cosa”. Kant, supongo, está intentando dar fundamento especulativo a un requisito formal del derecho para llevar a cabo la paz perpetua que ya encontramos en el abad. Y continua; “A este grupo pertenece el alquiler de tropas que un estado contrata con otro para emplearlas contra un tercero que no es adversario común. En este caso, hay un abuso de los ciudadanos y una consideración de estos como cosas”.

Esta condición formal, del derecho, o Base Previa es igualmente correcta como tal, pero igualmente irrealizable. Las unidades armadas se han ido integrando en otras hasta ser lo que son ahora, y en algunos casos se han desintegrado de otras para ser unidades independientes actualmente.

Esa sociedad llamada estado es una organización y, por tanto, tiene un sentido definido; es una persona jurídica, que tiene un fin, una razón de ser; concretamente, por ejemplo, los objetivos definidos por Rousseau y no los puede cambiar, mientras que una persona física es libre para determinarse en todo momento; el hombre bien puede utilizar la mano para dar un puñetazo como para hacer una caricia o llevarse alimentos a la boca, el brazo –aunque en inglés brazo sea arm- no alarma, no determina en potencia.

La tercera base previa reza: “Los ejércitos permanentes deben desaparecer permanentemente.”

“No puede dudarse de que los ejércitos permanentes son una constante amenaza bélica para los demás Estados porque siempre están listos para la guerra. Además, los gastos causados por el mantenimiento de un ejército hacen que la paz se vuelva más intolerable que una guerra corta. Cada Estado se empeña en superar a otros en armamentos, y como acrecentarlos constantemente motiva gastos destinados al ejército, ellos mismos son causa de agresión, con un único propósito: liberar al país del peso de gastos militares”.

¿Como van a desaparecer los ejércitos permanentes? Si la identidad de un estado es ser una unidad armada.

Kant aquí, como en general en el resto de su tratado, basa la posibilidad de su argumentación en el uso de la misma falsa analogía entre el hombre y el estado y guiado por esa concepción una vez más Kant propone que el estado sea de la misma manera que el hombre; que su dedicación a la guerra sea casual.

Nos podemos imaginar estados pequeños quizás con semejantes fuerzas “casuales” o sin ejército como Suiza o Costa Rica, los que, armados o sin armas, están a expensas de las relaciones entre las potencias en cualquier caso, pero es inimaginable que los ejércitos permanentes de las potencias desaparezcan, aunque, quizás, lo que pretende Kant es que las potencias mismas dejen de existir según pudiera implicar con su “ideal” de republicanismo. En esta misma línea de pensamiento Kant tendría que explicarnos…. ¿por qué el defensor y baluarte de los DDHH en el mundo es EEUU y no Suiza?

Pero, en todo caso, ¿cómo preparar, entrenar, de modo “casual” al ejército?, y, sobre todo, ¿cómo tener preparada la ingente necesaria maquinaria bélica? ¿Acaso ignora Kant que la maquinaria bélica es la maquinaria? No es solo imposible, sino absurdo, aunque Kant concede que se pueden hacer “ejercicios militares”.

Por otro lado, Kant dice bien que “cada estado se empeña en superar a los otros en armamentos”. Pero continua; “y como acrecentarlos constantemente motiva gastos destinados al ejército, ellos mismos son causa de agresión, con un único propósito; liberar al país de gastos militares”. Sin embargo, la URSS no fue derrotada en semejante guerra corta como presupone Kant que debía suceder, ya que se habría tratado posiblemente de la guerra semifinal, la URSS fue derrotada en la carrera misma de armamento.

Añade Kant “Toda gente a sueldo para morir o matar implica usar al hombre como máquina a manos de otro, lo cual no se concilia con los derechos de la Humanidad en nuestra propia persona.”

Kant no abunda en este interesante punto. Los que reciben un sueldo –también para comer y vivir- por prestar algún servicio a la sociedad lo reciben de un modo secundario o subordinado ya que lo primero para el estado es generar el sueldo para sus caballeros y soldados. El último sueldo que se puede quitar es el de estos; puede prescindirse de la comida (caso, por ejemplo de algunos países africanos), de la limpieza, del transporte, pero lo primero es siempre la seguridad; para que un Estado exista es necesario que existan primero los soldados, luego después puede haber leyes, cárceles, sistemas de gobierno y demás, y sin ellos desaparecería la estructura del estado –la propiedad privada misma- y, o bien, otro estado pasaría a suministrársela o tal sociedad civil simplemente se disolvería. Finalmente, en efecto, la garantía última de todo derecho reside en el país hegemónico -la superpotencia- que es el último que podría prescindir de ejército, pues el mundo se rige por la fuerza. Las armas están actuando siempre.

En las Tres Bases Previas siguientes Kant pretende regular el trato entre los estados, a los que, sin embargo, ya había identificado como “en estado de naturaleza”. Estas regulaciones podrían calificarse de reglas globales y también como reglas humanitarias, como, por ejemplo, no emplear espías, no torturar al enemigo, o tratarlo indignamente, o, como actualmente se propone, no utilizar determinados tipos de armas, etc. (En ese grupo de las causas humanitarias podríamos incluir también la lucha común de las naciones ante el cambio climático, contra la pobreza, etc).

La regulación de la violencia simplemente no tiene sentido; un arma es todas las armas, hasta el punto que no tiene sentido distinguir entre armas ofensivas y defensivas. En este sentido Rousseau advierte bien que una vez formada la primera sociedad se formaron todas, pues o queda uno sometido a ella o se libra solo formando una unidad semejante solo que contrapuesta. Kant está valorando aquí la potencialidad del arma al tiempo que oculta su acto; la privación de la libertad. ¿Acaso porque ciertas armas nos parezcan demasiado destructivas –algo totalmente inevitable con los medios técnicos con los que contamos- vamos a poder limitarlas? No es posible que un contendiente limite las posibilidades que le podrían permitir ganar, cuando lo que está en juego es la vida, y más que la vida, la libertad. Si fuera posible regular la violencia, con reglas, con palabras, podríamos resolver los conflictos jugando partidos de futbol. Clausewitz, ingenuo discípulo de Kant, considera la guerra una forma de resolver los conflictos y no su condición natural.

Con independencia del pensamiento de Kant, advertimos aquí, que las Bases Previas a las Bases Definitivas son Bases irrealizable y, por tanto, las Bases Definitivas que han de sucederlas están ya negadas de antemano.

Kant deja sin resolver el problema de como proceder con el desarme -con algún desarme-, a lo que señala con la expresión literal de que los ejércitos permanentes "deben desaparecer" sin apuntar a ninguna operativa para ello. Pero está señalando el desarme como "una Base Previa" de lo que realmente hemos de suponer la causa que el desarme pudiera llevarse a cabo; la Confederación de los Estados. Comienza Kant pues su tratado con una flagrante deficiencia, contradicción ¿Consciente? Quizás, imposibilitado de exponer su tratado sin contar con los Estados y, por tanto, con su Confederación.

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