sábado, 20 de junio de 2009

Resumen de Rousseau del proyecto de paz del Abad de Saint Pierre

Resumen y exposición de Rousseau del Proyecto del Paz Perpetua del Abad de Saint Pierre

“Si, como se pretende, el orden social fuera obra de la razón más bien que de las pasiones, ¿no resulta extraño que se haya tardado tanto en ver lo poco que se hace por nuestra felicidad¸ que viviendo cada uno de nosotros en el estado civil con nuestros conciudadanos y en el estado de naturaleza con el resto del mundo, no hayamos evitado las guerras particulares más que para encender las generales, que son mil veces más terribles; y que al unirnos con algunos hombres nos convirtamos realmente en enemigos del género humano?

Que contradicción entre “nuestros bellos discursos y nuestro horrible proceder, tanta humanidad en las máximas y crueldad en las acciones, una religión tan dulce y una intolerancia tan sanguinaria, una política tan sabia en los libros y tan dura en la práctica, unos jefes tan bienhechores y unos pueblos tan miserables”; “en ello las cosas no hacen más que seguir su curso natural. Toda sociedad sin leyes o sin jefes, toda unión formada o mantenida por el azar debe degenerar en querella y disensión en cuanto cambia una circunstancia”. “Convengamos, pues, que el estado relativo de las potencias es propiamente un estado de guerra y en que todos los tratados parciales entre cualquiera de las potencias son más bien treguas pasajeras porque tales tratados no tienen garantía”, “lo único que puede hacerse es decidir tales asuntos por vía de las armas.”

Si hay algún modo de evitar esas peligrosas contradicciones éste no puede ser otro que un gobierno de forma confederativa, el cual, al unir los pueblos por lazos semejantes a los que unen a los individuos, somete igualmente a unos y a otros a la autoridad de las leyes”.

De modo que la confederación se firmaría bajo los siguientes artículos:

1. Los soberanos establecen una alianza perpetua e irrevocable y nombrarán plenipotenciarios que en congreso permanente regularán y decidirán por vía de arbitraje todas las diferencias entre las partes

2. Se especificará el número de soberanos, el orden, tiempo y manera en que la presidencia pasará de unos a otros por intervalos iguales y la cuota relativa de las contribuciones y el modo de recaudarla para sufragar gastos.

3. La confederación garantizará a cada uno de sus miembros lo que posee actualmente

4. Se especificarán los casos en que todo aliado infractor será expulsado, a saber, si rehúye ejecutar los dictámenes de la alianza

5. Los plenipotenciarios tendrán capacidad de decidir en el congreso por mayoría simple y tres cuartas siguiendo las instrucciones de sus Cortes los reglamentos que juzguen importantes, pero no podrá cambiarse nada de los cinco artículos fundamentales.

Y enumera a continuación las ventajas y los inconvenientes que plantea semejante tratado para concluir en que, sin duda alguna, las miles de ventajas que produce son inmensamente mayores que los nimios y momentáneos inconveniente que pudiera provocar, relativos estos inconvenientes, sobre todo, a esperanzas de algunos estados de aumentar su actual dominio o de otros de recuperar alguna parte perdida del suyo en un conflicto anterior. Es tan obvio realmente, pues los mismos príncipes son los que más aseguran realmente su posición y dinastía, que el abad y Rousseau y un servidor concluimos “Si, pese a todo, este proyecto no llega a ser ejecutado, ello no se debe a que sea quimérico, sino a que los hombres son insensatos y que es una especie de demencia ser sabio en medio de locos”[1].

[1] En efecto, esta propuesta y esta pequeña pero significativa historia de la desilusión del abad de Saint Pierre me parece de tal relevancia que toda la historia de la filosofía desde Platón hasta Heidegger a su lado se me antoja una nimiedad sin apenas interés. La cuestión que se dispone a dilucidar ahora Rousseau me parece la pregunta capital de la humanidad y si Platón hizo escribir en el frontispicio de la Academia “No entre aquí quien no sepa geometría”, debiera ponerse a la puerta de toda escuela “No entre aquí quien no tenga interés en dar respuesta al caso del Proyecto del abad de Saint Pierre”. En efecto, cuando se hace una propuesta de paz razonable como esta, -“paz, sin la que no puede haber bien alguno”, como afirma categóricamente Cervantes- que ni se lleva a la práctica ni obtiene refutación racional, ni siquiera respuesta, ni es posible que la obtenga, sino tan solo silencio y, quizás, desprecio, toda otra doctrina, teoría, publicación, propuesta, que, lógicamente, ha de basarse en la razón, en el sentido común, me parece simplemente propaganda insensata, incluso, miserable, producto de intereses espurios, partidistas y, finalmente, absurdos.

De hecho, supongo que, en realidad, la filosofía continental resulta muy desalentada por esta “experiencia” del fracaso de la razón y desde esta época de la Ilustración pone rumbo al irracionalismo e in-humanismo.

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